martes, 9 de abril de 2013

Dudamel y la Simón Bolívar emocionaron en Sao Paulo


La próxima parada de la gira latinoamericana será la ciudad de Bogotá.

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Dudamel invitó a los paulistas a corear "Alma Llanera" (Cortesía)

La noche del sábado pasado fue enérgica y emocionante para el público que asistió al concierto ofrecido por la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar de Venezuela, bajo la dirección de Gustavo Dudamel, en la Sala Sao Paulo. La pasión y la fuerza, unidas en un discurso propio y coherente, dieron como resultado una interpretación elegante de la Sinfonía N° 5, en do menor, opus 67, de Ludwig Van Beethoven y La consagración de la primavera, de Igor Stravinsky, en la celebración de su centenario. 

Se puede decir, sin temor a exagerar, que el programa interpretado por los 200 jóvenes venezolanos, regidos magistralmente por Dudamel, dejó a los asistentes extasiados. Por momentos parecía que todo el mundo contenía la respiración para que las notas de cada instrumento sonaran con su mayor pureza. 

Todas las opiniones coinciden en que la orquesta creció. Se siente la madurez de un proyecto de enseñanza musical que ya cuenta con 38 años de trayectoria, bajo la tutela del maestro José Antonio Abreu, su fundador, y que ha inspirado la creación de núcleos orquestales para niños y jóvenes en Salvador de Bahía, Minas Gerais, Río de Janeiro, Sao Paulo y Paulinia. 

Horas antes, en rueda de prensa, el joven director destacaría el carácter "único y vanguardista del sistema al usar la música clásica como elemento de rescate social. No somos una fábrica de músicos, sino una escuela de ciudadanía". 

Pedro Herz, presidente de la Sociedad de Cultura Artística de Sao Paulo, manifestó que "tienen la honra y el placer de traer a Dudamel y la Orquesta Simón Bolívar para demostrar que cada vez son mejores músicos. La musicalidad creció y es una gran alegría oír La consagración de la primavera -que tiene 100 años- de una manera tan moderna y renovada. Igualmente, tenía mucho tiempo sin escuchar la Sinfonía N° 5 de Beethoven con una orquesta tan maravillosa. Me quiero quedar hasta mañana para oír todo de nuevo". 

Esa misma sensación fue experimentada por los espectadores que llenaron cada rincón de una de las salas de conciertos más bellas del mundo. Aplaudieron de pie por varios minutos, a lo que Dudamel respondió con su habitual espontaneidad y sencillez, juntándose con los músicos y reconociendo con su propio aplauso el aporte de cada uno. 

Para finalizar, los talentosos jóvenes venezolanos obsequiaron al público un fragmento de la pieza Tristán e Isolda de Richard Wagner. Descrita por el propio Dudamel "como la música más bella. Aunque toda la música es maravillosa, ésta es quizás una de las obras más profundas y explícitas". Lo que se siguió fue una expresión generalizada de asombro que, al finalizar la interpretación, se transformó en largos minutos de ovación. 

Si hasta ese momento todos creían que no podía haber más sorpresas y emoción, Dudamel volvió al palco y se reunió con sus músicos para interpretar un mix de las piezas del folclore venezolano Pajarillo y Alma llanera de Pedro Elías Gutiérrez, basada en un texto de Rafael Bolívar Coronado, que hicieron brotar las lágrimas y erizar la piel tanto de venezolanos como de brasileños por igual, en una mezcla de orgullo y admiración.

eluniversal.com

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